NOSTALGIA
¿Dónde quedará ahora esa parada?
¿Ese lugar de encuentro y despedida?
¿Ese banco del parque en el que nos sentamos
a darle de comer a nuestras fantasías?
Muchos ratos perdidos,
me sorprendo recordando
lo que pudo haber sido,
lo que sería ahora de nosotros,
si no hubieses cogido ese autobús
que te alejó del paso
que no quisiste dar.
La vida es ir dejando atrás las cosas.
Algunas por capricho o por desgana,
otras, por no pisar mierdas recientes.
Las más veces
(nótese aquí el guiño Cervantino)
por no ponerte metas, que se antojan,
demasiado lejanas o escondidas.
Por no comprometernos,
por no dar nuestro brazo a romper.
¿Dónde quedan ahora
los besos que perdimos
y los que, tontamente, perdonamos?
A ratos me pregunto
¿Qué paisaje me espera
ahora que doy por bueno
el que he dejado atrás?
Tus sueños y los míos:
¿Dónde se desperezan?
¿En qué cabeza caben?
¿Entre qué brazos duermen?
¿Quién eras tú?
¿Quién no fui yo?
Todavía no sé si soy quien debería.
Pero el ayer no puede conocer el mañana.
Sólo los pájaros regresan cada primavera al mismo nido.
Será porque son libres.
Qué paradoja.
LAS HORAS MUERTAS
He encontrado el reloj
que da las horas muertas.
Un viejo carillón
que cuenta los minutos en voz alta,
desde el fondo del angosto salón
donde se encuentran
las miradas perdidas.
Sobre una mesa camilla
con la falda muy larga,
una diminuta musaraña enjaulada,
mira por la única ventana que tiene la estancia
y que ofrece unas fantásticas vistas
a un espacio en blanco.
Una vieja musa despeinada,
tumbada en el suelo de madera,
hace un solitario con las cartas marcadas
y ningún interés.
Yo estoy de pie junto a una mecedora
que cabalga despacio,
hipnotizado por su movimiento.
Ausente y sin pensarlo me debato
entre quedarme quieto,
o asomarme a la calle y pintar el paisaje.
Sin embargo, no siento nada especial.
Nada ni nadie me incomoda,
ni siquiera tengo la sensación
de estar matando el tiempo.
El viejo reloj de péndulo
ya se encarga de dejarme claro,
cada dos por tres,
que allí se viene:
a desaprender,
a desoír,
a descreer,
a deshacer,
siempre a deshoras.