EL TUBO DE ESCAPE

EL TUBO DE ESCAPE

El pintor de paisajes abrió el tubo de azul, cogió el pincel y pintó el cielo.

Extendió ese color con suavidad sobre el lienzo tapando con cuidado los huecos en blanco. Se inventó un horizonte despejado.

Usando un azul más oscuro con aires turquesa pintó el mar. Lo mezcló con blanco provocando un ligero oleaje que acarició la arena de la playa cuyo hueco rellenó con color beige.

Era un paisaje sin barcos, sin rocas ni acantilados, sin nubes ni faros, sin puerto ni casas, sin ningún punto de referencia reconocible a simple vista. Se olvidó a propósito la raya del horizonte que prefirió dejar en la paleta.

Cuando hubo terminado, con la pintura aún fresca sobre la tela, se quitó la ropa, se lanzó de cabeza contra el cuadro y se fue nadando.

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ALGO PARA RECORDAR

ALGO PARA RECORDAR

#ElReverso de la @BrujulaOndaCero

14/5/2015

QUE

Que no haya que emigrar más allá de uno mismo.

Que no nos quite el sueño las ganas de dormir.

Que no nos den por saco a base de eufemismos.

Que no se sequen nunca las ramas para huir.

Que las resacas sean un punto de partida.

Que los relojes anden sin tiempo que perder.

Que no nos cierren nunca las puertas de salida.

Que nos enseñen trucos para desaprender.

Que las linternas cieguen la filia de los bancos.

Que los finales sean, felices, por principio.

Que un viento refrescante nos saque del barranco.

Que el verbo desahuciar no encuentre el participio.

Que busquen el atajo del sur del infinito.

Que el calor no nos haga parecer más distantes.

Que inventen un perfume que huela despacito.

Que de no llegar nunca, nunca lleguemos antes.

Que la mentira esconda sólo medias verdades.

Que le muerda el geranio al tonto con balcón.

Que por el bien de todos no cundan las maldades.

Que al final no nos paguen con besos a traición.

Que no sea la distancia la causa del olvido,

Que no se escapen muertos los que quieran vivir.

Que quiebre el laberinto del que se ve perdido.

Que la tristeza muera de ganas de reír.

DESPISTES

DESPISTES

Tenía la mala costumbre de perderlo todo.

En una ocasión bajó corriendo las escaleras de su casa, tropezó y perdió el equilibrio. Le costó muchos meses volver a recuperarlo, claro que peor hubiera sido haber perdido la vida. Afortunadamente todo quedó en un susto y una pierna escayolada.

Una mañana, después de muchos meses buscando empleo, acudió a una entrevista de trabajo, pero, perdió la dirección y también el puesto.

En una misma semana llegó a perder un avión, dos autobuses, la paciencia, una buena oportunidad de callarse, la vergüenza y, toda una tarde, el tiempo.

Pero de lo que todavía no ha podido recuperarse es de aquella vez que perdió la cabeza. Desde entonces malvive esperando a que alguien haga una Oficina de Sujetos Perdidos.