No se salvan de la hoguera:
ni el que reparte las cartas,
ni el que pinta la pancarta,
ni el que menos se lo espera.
No se salvan de de la ira:
ni el más santo con peineta,
ni la manzana podrida,
ni la manzana reineta.
No se salvan del derribo:
ni los feos, ni los guapos,
ni los muertos, ni los vivos,
ni las ranas, ni los sapos.
No se salvan de la rueca:
ni el hilo, ni Blancanieves,
ni aquel que asó la manteca,
ni los cortos, ni los breves,
No se salvan del tormento:
«mira que bien y que pronto,
le dijo la tonta al tonto»
ni el ciento veinte por ciento.