La realidad subida a la azotea
observa deslumbrada el panorama.
Cansada de bailar con la más fea
está a punto de hacerse crucigrama.
Pasmada de que suba la marea
y baje solo a base de derramas,
se siente cual olivo al que varean
y, en lugar de aceitunas, suelta dramas.
La libertad subida a un campanario
otea preocupada el horizonte,
temiendo terminar en un calvario
allá donde la cabra tira al monte.
La sociedad subida a cualquier cosa
está a verlas venir medio aturdida.
No para de cantar «La vida en prosa»
entre gallos y carne de gallina.