UN AÑO MÁS

UN AÑO MÁS

Que no se nuble el cielo de tu boca.
Que no te metan mano si no estás.
Que cualquier logro sea una bicoca.
Que no me dejes nunca si te vas.

Que se te erice el alma de las cosas.
Que no se pudra nunca tu fragancia.
Que no te dejen puestas las esposas.
Que no pase de largo tu ambulancia.

Que Dios rece por ti en sus oraciones.
Que sueñes con la almohada entre los pies.
Que si se para el mundo te emociones.
Que el siete sea distinto al dieciséis.

Que no te den el todo sin sus partes
ni te toquen las partes sin saber.
Que no te quieran por amor a helarte.
Que si te dejan sea sin querer.

Que no brille el reverso tenebroso.
Que el dinero y la Fuerza te acompañen.
Que la guerra no empalme al poderoso
que tiene como lema un «que se apañen».

Que te encuentres el séptimo sentido.
Que borren el noveno mandamiento.
Que tu suelo recuerde al firmamento.
Que no te quiten nunca lo vivido.

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DE OÍDAS

DE OÍDAS

Todo son rumores y vivir «de oídas». Nadie sabe nada, ni los que algo saben. Eso es al menos lo que me parece. Eso y que lo que de verdad importa es que, cuando abras la boca, de la impresión de que te asiste la razón Pura, la razón Práctica, la razón de Estado y la de Marhuenda, aunque tú te mueras, por boca de otro, como un pez Payaso. 

Lo que en realidad importa es que tu lenguaje corporal transpire olor a que estás informado. Que estás al tanto de todos los movimientos habidos y por hacer. Que estás al cabo de la calle (como si la calle fuera de fiar o un lugar concreto). Que hueles al aroma de los que mean colonia. 

Se trata de poder alardear de tu ignorancia sabiendo que, al final, todo se olvida. Que nadie se acuerda de los impostores porque, en cuestión de tirarse a la piscina, todos lo hacemos, tarde o temprano. Lo que de verdad importa, importa un pimiento (de importación).

La mayoría de las veces estamos más deformados que informados y un buen día, sin mostrar arrepentimiento, aparecemos ahogados en nuestra propias fuentes. Fuentes, generalmente interesadas. Fuentes de las que solo emana vapor de nada o agua de lluvia ácida. Las fuentes tampoco saben nada o, al menos, no lo saben del todo. Saben también lo que les cuentan, lo que creen haber visto u oído, saben lo que quieren que sepan sus propias fuentes. 

La gente opina «lo que opina el que opina» que, a su vez, traslada lo que le han vendido a él para volver a vendernos. 

Intercambiamos opiniones y «saberes» en camas separadas pero, de hacer intercambio de parejas u orgías, ni hablamos. De perdidos al trío.

¿Quién tiene entonces la primera y la última palabra? Nadie se atreve a tanto, salvo los que no saben nada. En cualquier caso, el que las tenga a mano, o a máquina, que las vuelva a dejar dentro del diccionario.

DOS POEMAS (ETEYMP)

DOS POEMAS (ETEYMP)

NOSTALGIA

¿Dónde quedará ahora esa parada?
¿Ese lugar de encuentro y despedida?
¿Ese banco del parque en el que nos sentamos
a darle de comer a nuestras fantasías?
Muchos ratos perdidos, 
me sorprendo recordando 
lo que pudo haber sido,
lo que sería ahora de nosotros,
si no hubieses cogido ese autobús 
que te alejó del paso 
que no quisiste dar.
La vida es ir dejando atrás las cosas. 
Algunas por capricho o por desgana,
otras, por no pisar mierdas recientes.
Las más veces
(nótese aquí el guiño Cervantino)
por no ponerte metas, que se antojan,
demasiado lejanas o escondidas.
Por no comprometernos,
por no dar nuestro brazo a romper.
¿Dónde quedan ahora 
los besos que perdimos 
y los que, tontamente, perdonamos?
A ratos me pregunto
¿Qué paisaje me espera
ahora que doy por bueno  
el que he dejado atrás?
Tus sueños y los míos:
¿Dónde se desperezan?
¿En qué cabeza caben? 
¿Entre qué brazos duermen?
¿Quién eras tú?
¿Quién no fui yo?
Todavía no sé si soy quien debería.
Pero el ayer no puede conocer el mañana.
Sólo los pájaros regresan cada primavera al mismo nido.
Será porque son libres.
Qué paradoja.

LAS HORAS MUERTAS

He encontrado el reloj 
que da las horas muertas.
Un viejo carillón 
que cuenta los minutos en voz alta,
desde el fondo del angosto salón 
donde se encuentran 
las miradas perdidas.
Sobre una mesa camilla 
con la falda muy larga,
una diminuta musaraña enjaulada,
mira por la única ventana que tiene la estancia
y que ofrece unas fantásticas vistas 
a un espacio en blanco.
Una vieja musa despeinada, 
tumbada en el suelo de madera,
hace un solitario con las cartas marcadas 
y ningún interés.
Yo estoy de pie junto a una mecedora 
que cabalga despacio,
hipnotizado por su movimiento. 
Ausente y sin pensarlo me debato
entre quedarme quieto,
o asomarme a la calle y pintar el paisaje.
Sin embargo, no siento nada especial. 
Nada ni nadie me incomoda,
ni siquiera tengo la sensación 
de estar matando el tiempo.
El viejo reloj de péndulo 
ya se encarga de dejarme claro,
cada dos por tres,
que allí se viene: 
a desaprender, 
a desoír, 
a descreer,
a deshacer,
siempre a deshoras.

NI FUN NI FAN

NI FUN NI FAN

Déjate engatusar por las miradas,
por este suave invierno que provoca
ganas de acariciar, con o sin ropa,
y beberse el olor de las tostadas.

Siente el aliento dulce de la vida
con aroma a turrón y a chimenea,
a sueños crepitando en la guarida
donde la nieve es luz de luna llena.

Días de sol y niebla desatada,
de contrastes y atascos de peatones
que sueñan, de la noche a la mañana,
con que les toquen lentas las canciones.

Déjate provocar por el paisaje
de aceras a la sal y ramas secas,
por la vuelta de hoja del viaje,
por el relleno de las horas huecas.

Aprovecha estos días para todo,
incluyendo el placer de no hacer nada,
para empinar el ánimo y el codo,
para resucitar duendes y hadas.

Dejemos de pensar en la rutina,
la que perdió la «t» por el camino,
y demos rienda suelta en la cocina
a una nueva receta del destino.

Que a la suerte le quiten los demonios.
Que el Gordo pastoree las vacas flacas.
Que no nos toquen tanto el patrimonio
para apagar sus fuegos y sus tracas.

Son días de alegría para unos,
de tristeza infinita para muchos.
Noches que van desde lo inoportuno
a quererse como la trucha al trucho.

El principio del fin en pepitoria.
El fin de los principios a medida.
Un nuevo giro de esta enorme noria
que nos brinda bajadas y subidas.

Déjate engatusar por la manera
con que la Navidad nos redecora,
aunque escarchen las guindas y las peras,
aunque tengamos que pedir la hora.

SE ACERCA EL INVIERNO

SE ACERCA EL INVIERNO

La calle huele a leña y a carbón.
Ya han encendido el aire del invierno.
Ya no revolotean las palomas (afortunadamente).

Ya suena esa canción que derrite la escarcha.

El cielo es una sábana extendida
de un insolente azul que no te quita el frío.
Y esa luz, ese brillo sencillo y penetrante,
es la naturaleza de los guiños. El origen del claro, voy contigo, por supuesto.

Crepitar de castañas en la esquina, patatas y boniatos,
burbujeo de guisos en el fuego,
tintineo incansable de juguetes de viento
que juegan con el aire a que se abrazan.

Las manos buscan manos o bolsillos.
El día es un ensayo de la noche
y hace transbordo en Sol. 

Maldita prisa.

Los árboles desnudos se disfrazan de invierno. Se visten de espantapájaros. 

(En el cielo dibujan los aviones
el mapa de los sueños sin escalas,
el pijama de rayas que te pones
cuando quieres usarme como almohada.

En el puerto los barcos amarrados
se miran en su espejo y chapotean,
como cuando mis dedos son tus manos
y entramos en calor tocando a ciegas.

Invierno que confunde el mar y el cielo
y la nostalgia con la cama fría,
cuando no estás conmigo y me desvelo.

Nostalgia de mis noches sin tus días,
cuando la soledad fabrica hielo
que se derrite al sol del mediodía)

La calle huele a huída hacia adelante, a licor de cenizas y a quién sabe. Se respira un quizá que quita el miedo.

El invierno está a punto de querer ser nosotros.

Poema del libro TIERRA MOJADA (Renacimiento editorial).

«TESTAMIENTO»

«TESTAMIENTO»

Le regalo al papel mi mala letra.
Al mar mi soledad bien entendida.
Le regalo mi voz a la careta 
callada de cartón de mi otra vida.
Le regalo al pincel mis tres paletas.
Al tiempo mi reloj bajo de pilas.
Le regalo mi olor a la indiscreta
manera de abrazar de quien me espía.
Le regalo a la noche mis deseos.
Al cielo mi oración más descreída.
Le regalo a la flor un aguacero
para que diga; – sí – cuando me pidas.
Le regalo al amor todas mis velas.
Al placer el colchón de mis pensiones.
A las bajas pasiones mi trinchera
para ganar la guerra que propones.
Le regalo al olvido mis recuerdos.
Al adiós una larga despedida.
Al cansancio le cedo mis esfuerzos
por hacer realidad tu fantasía.
Le regalo al silencio mis temores.
Al eco un diapasón para que afine.
Le regalo un resol a las canciones
para que con sus notas te iluminen.
Le regalo un condón a los sin dones.
A la piel las caricias que le faltan.
Al deseo ese as de corazones
que se excita en la boca de mi manga.
Le regalo al diablo mis ardores.
A la ternura mi alma desatada.
Le regalo a la vida mis temores.
A cambio, yo, me quedo con las ganas.

Poema del libro Mar de Fondo. XXX Premio de poesía Ciudad de Jumilla.

Incluído en Contra Viento y maneras. Renacimiento Editorial.

TABOADA

De repente, un extraño.

VIVIR SIN PASIÓN ES MORIR DULCEMENTE

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Llevo días buscando libros, textos que subir… Y este calor me mata.

Hoy, Javier Ruiz Taboada.
Os mentiría si dijera que lo encontré yo por suerte del destino, lo encargue sin saber nada de el al verlo nombrado por instagram, sabia que sería bueno y valía la pena arriesgar.
Vaya si valió la pena…
De todos los que he leído, de todos mis favoritos el sin duda es un paso adelante, cada poema cada palabra es simplemente fascinante.
El título dice mucho.

Mi opinión, tenéis que comprarlo ya o simplemente leerlo y coger notas porque es INCREÍBLE.

Leer por favor.

[NO HE PODIDO OLVIDARTE… ]

No he podido olvidarte
y si lo hice,
no fue lo suficiente.

El olvido tiene buena memoria
cuando quiere.

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SOBRE GUSTOS

SOBRE GUSTOS

Me gusta llevarte la contraria
pero sin contrariarte.
Aliñar la ensalada pero no removerla.
Me gusta mi camisa en tus hombros.
Mi sonrisa en tu espalda.
Esa canción que suena cuando menos lo espero.
Me gustan los susurros descarados.
La cara de la luna despintada.
El paso de los trenes junto a los girasoles.
Los campos de amapolas sin complejos.
Me gusta que me digas que no pare.
Las musas separadas.
Las casadas solteras.
Las noches a traición.
Me gusta que te acuestes a mi lado
aunque estés lejos.
Los eclipses de tuna.
Los amores de paso.
Los pasos sin peatones.
Me gusta que me quieras en silencio.
Los silencios sonoros.
Las mentiras a medias
y las medias maldades.
Me gusta recordar que estoy despierto.
Ese rayo de sol que no se entera.
Una terraza en un acantilado.
La ceniza nerviosa 
de un cigarro tranquilo.
El limón en el gintonic 
y la sal en el tequila
y ese regusto a crema de orujo en la cabeza
después de consolarme.
Me gusta gustar menos que gastar.
Amar a querer,
Tocar a sentir.
Me gusta que haya vida antes de la muerte

y me gusta gustar.

(Poema extraído de Tierra mojada. Renacimiento editorial).