En un minuto se pueden decir y desdecir muchas cosas. Da tiempo a llamar a las losas por su nombre, a mentir a conciencia, a otorgar callando, a maldecirse. En un minuto se puede pedir perdón y parecer sincero. Da tiempo a rogarle a Dios que se despierte, a prestar ayuda a los que no saben qué hacer con ella. Se le puede quitar o poner hierro a un presunto, morir por la boca otro pez, quedarse sin palabras y, aún así, que se te entienda todo. 

Un minuto te permite vivir del #microcuento, del relato corto, cortito. En un minuto caben tantas verdades como desprecios. Sesenta segundos es tiempo suficiente para contradecirse sin inmutarse o inmutarse sin contradecirse. En un minuto sobran razones cuando faltan motivos y viceversa. 

Un minuto bien aprovechado puede elevarte a los altares o hundirte en su miseria. 

Un minuto es eterno cuando dura lo suficiente para poder terminar lo que se empieza. 

La soledad se mide en minutos cuadrados de silencio, la alegría en sonrisas por minuto.

Nunca se deben tirar los minutos que sobran, se pueden guardar para mejor ocasión en el interior de un reloj de arena, que es donde el tiempo da vueltas y no tiene escapatoria.

Necesito un minuto, un minuto de tiempo, un minuto de luto ¡por tus muertos!

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