Malheridos, más turbados.
Con más dudas que Descartes.
Hábilmente hipotecados.
Agarrados por las partes.

Arruinados por el todo.
Huecos, desestructurados.
Con el mapa del tesoro
sin cruz y deshilachado.

Esclavos del corazón
cuando no de la cadera.
Con vocación de escalón
huyendo de su escalera.

Sumisos, agarrotados.
impotentes, descreídos.
Con los saldos arrasados
y los sueldos revenidos.

Así estamos: confundidos,
frugalmente alimentados,
con el aire desteñido
en pulmones asfixiados.

De condición: estreñidos.
De profesión: extrañados.
Con pecado concebidos
por culpa de cuatro vagos.

Hartos de cambiar la hora
y de chorizos en tacos.
Y de que nos den por saco
con embudo y cantimplora.

Resacosos de las pegas,
del chocolate del loro.
De enhebrar hilos a ciegas.
De desafinar a coro.

Solos, mal acostumbrados.
Vestidos, pero sin ropa.
Jodidos, pero animados.
Perdidos dentro de Europa.

Así estamos, así somos,
Así «semos», así andamos.
Intercambiándonos cromos
que ya no coleccionamos.

Más peregrinos que el Papa.
Más listos que los demás.
Más de sayo que de capa.
Más abiertos que un compás.

Y esperando una señal,
mejorando la pendiente
de que, en este carajal,
quede vida inteligente.

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