Una vez arbitrado el apriorismo
que pueda resultar más efectivo
para crear un caldo de cultivo
con el que controlar el alarmismo,
siempre con un enfoque positivo,
habrá que promover un mecanismo
que valga de acicate y de reactivo
y aborde en una mesa el objetivo
de frenar, de momento, el cataclismo
de encontrarle a los otros un castigo.
Se deben conseguir, sin más tardanza,
consensos que estimulen la manera
de perseguir, conciertos y alianzas,
que tiendan a servir de lanzadera
para recuperar la confianza.
Crear las comisiones necesarias
para aclarar del todo casi nada
y mantener reuniones ordinarias
en las que discutir cualquier chorrada
con cierto aire de sesión plenaria.
Hay que ponerse manos a la obra
y «contextualizar» pares con nones.
Disimular el «tente mientras cobras»
e intentar asumir ciertas funciones
sin que parezca que vendemos sobras.
Lograr que se mantenga consensuada
la solución al marco generado
por una decisión mal explicada
y entre nosotros, digámoslo claro,
que no parezca que no hacemos nada.