Decía el dramaturgo y narrador Friedrich Dürrenmatt que «la realidad es una opción de lo posible». Es decir que, de todas las cosas que nos pueden suceder, en todos los momentos dados, la realidad es solo eso que nos pasa. Lógica no le falta, sentido del humor, bastante.
Dependiendo de tus circunstancias, uno puede elegir: muerte en lugar de susto, papel en lugar de piedra o incluso de tijera, la de avena en lugar de dos de sal. Decantarse por los culos en lugar de por las témporas (lógico por otra parte), por las «churris» en lugar de por las Meninas. Preferir, llegado el caso, que te trague la tierra a comerte dos kilos de arcilla, sin alginato ni leches, a puro huevo.
Por descontado y paralelamente, existen infinidad de opciones que, ni elegimos, ni nadie nos da cuartelillo para poder hacerlo. Cosas tan elementales como: nacer, «la cuna», el nombre de pila, la pila, el apellido de nuestro jefe, ciertos caminos, inciertos destinos, a nuestro peor enemigo íntimo, a los que van y vienen en las listas electorales, al idiota de turno, el turno del idiota y tanto etcétera suspensivo.
La realidad es la que es en cada instante y, a menudo, no se deja meter mano. Sin embargo, tiene de buena que, si bien no se puede devolver a los corrales, a veces se puede cambiar por otra, aunque que no todo el mundo pueda permitirse ese lujo. Cuando de la realidad se trata, si no quedas satisfecho, ni El Corte Inglés te devuelve el dinero. Pero… una manita de chapa, pintura y mecánica en general puede que sí admita. A veces hasta una pasadita por el desguace.
Por eso es tan importante que, en lo que de cada uno dependa, no bajar la guardia. No permitir que nadie se meta ni decida cual es nuestra realidad, al menos la básica, la rutinaria, la del día a día, la de andar por casa, «la de la mochila azul, la de ojitos dormilones, la que nos deja gran inquietud y bajas calificaciones…». (Perdón, que me he venido arriba, o abajo, según).
Intentemos que esa «opción de lo posible» se aproxime bastante a lo que en realidad soñamos. ¿Cómo se consigue eso? No tengo ni la más «repajolera» idea.
Yo solo sé que, menos lo absoluto, todo lo demás es relativo. Que peor sería que la realidad fuese una opción de lo imposible. Así que, como todo es susceptible de empeorar, no demos ideas, salvo que nos las paguen, como las que damos en Twitter, esa realidad paralela.