Cuidado con las gallinas
que ponen huevos de oro
que un día se desaniman
y rellenan con huevina
el chocolate del loro.
Cuidado con el futuro
cuando recuerda al pasado
y aparece sin seguro,
vestido de lado oscuro
y con el culo pelado.
Cuidado a los vaivenes
de quienes leen el futuro.
Hagan con sus males bienes
para que parezcan nieves
en los años sin seguro.
Cuidado con los bandazos
que algunos no tienen fin,
por no hablar de los sablazos
de los que ponen el cazo
del uno al otro sinfín.
Cuidado con los santones
verracos de hipocresía
que nos dictan sus lecciones
con la voz hecha jirones
de pregonar tonterías.
Cuidado con las fronteras
hechas para encarcelar.
Cuidado con las maneras
que suelen ser la escollera
que un día derriba el mar.
Con las rampas de su vida.
Con las cuestas de bajada.
Con la realidad dormida.
Con la puerta de salida
si se utiliza de entrada.
Y, sobretodo, cuidado
con las cosas del querer
que, a pesar de lo bailado,
no parece demostrado
que le interese al poder.