Siempre he querido vivir
en dos mundos paralelos
y así poder elegir
en cual de los dos me quedo
según las vea venir.
Yo también quiero salir
a la lluvia sin mojarme.
Que el viento me haga reír
cuando venga a ventilarme
las ganas de dimitir.
Yo también quiero fingir
un pesimismo enfermizo
que me pueda permitir
resurgir de mis cenizos
(y de pájaros así).
Yo también quiero escurrir
el bulto por soledades
y, el que quiera algo de mi,
que busque en sus tempestades
que es dónde no pienso ir.
Yo también quiero acudir
a los lugares comunes
para intentar definir
que beneficios reúne
el arte de confundir.
Yo también quiero sentir
la paja en el ojo ajeno
y excitarme sin fingir.
Aquí todo el mundo es memo
cuando se trata de huir.
Y, por fin, yo también quiero
un poder sobrevenido
con el que gritar sin miedo
estáis todos despedidos
y quedarme como nuevo.