Es tiempo de carnaval
y nada es lo que parece.
Bajo la piel de un disfraz
cualquiera puede soñar
que el mundo desaparece.

Carnaval de chirigotas
reinas. máscaras, Drac Queens.
De bailar y dar la nota,
De beber con cuenta gotas
(por si la guardia civil).

A pesar de que hace frío
la calle es un hervidero.
Es tiempo de desvarío,
de llenar algún vacío
y parar el aguacero.

Es hora de hacerse el muerto,
de tener como objetivos:
un humor en cada puerto
y que nos lleven al huerto,
al huerto de los olvidos.

Es carnaval y la vida
se ve mejor desde fuera.
Duelen igual las heridas
pero, a base de paridas,
es como mejor se lleva.

Febrero es un vendaval
donde el aire se conjura.
Donde asusta lo real
por culpa de tanto mal
y de tanto caradura.

Época de carajal,
de sacarse las espinas
del seco y triste rosal,
clavadas en el real
culo de nuestra rutina.

Tiempo de lucir caretas
y planchar la carne cruda.
De guardar las metralletas,
de quitar las espoletas
retardadas de la duda.

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