Últimamente he pensado que no me importaría poder viajar a mi pasado. Un viaje de ida y vuelta, sin pasarse. Unas cuantas puertas del tiempo y a casa, que en aquella época si hacía frío.
Volver a mi pasado para reencontrarme con aquello que fui y que fue conmigo. Se me antoja volver al morboso instante inesperado de compartir el primer beso a ciegas. A recorrer las calles de mi olvido, por ver si me sigo perdiendo en los portales. A esconderme de nuevo en los rincones en los que jugábamos a encontrarnos cuanto antes, no sé si por miedo a esa sensación de soledad asistida o por la absurda necesidad de tener que cambiar de entretenimiento cada cinco minutos.
Me gustaría volver por unas horas a reencontrarme con mi padre y darle un abrazo de padre, y de paso la razón, la razón y las gracias, y otro abrazo.
Volver a mi pasado por un rato y comprobar qué ha sido de los que desde hace años no sé nada o se fugaron sin mi o yo sin ellos. Ir de visita el día aquel que me sacaron a la pizarra y saqué mi único diez sin querer y sin saber por qué. Regresar al borde del camino donde dejaba tirada mi bicicleta y mi cuerpo descosido, harto de tanto pedalear cuesta arriba para no llegar nunca a ninguna parte. Volver a aquel atardecer, que se me antojó único, cinco minutos antes de hacer la foto que no pude tirar en su momento porque llegué muy tarde.
Quisiera volver a sentir el tacto de su piel en el asiento de atrás del coche, mientras aprendíamos a entender que todo sería distinto al día siguiente. Al susurro del vientre de la tela al pasarle la tiza, ayudando a nada en la sastrería de mi abuelo. A detener aquella bofetada de patio de colegio con la que me quedé sin dar nada a cambio. Me gustaría ver de nuevo cosas que no recuerdo por más que me reintento. Volver a aquellas noche de concierto, con cierto desconcierto, al fondo de las copas
Volver a mi pasado, no por mucho ni por nada, ni siquiera por nostalgia, acaso un poco en defensa propia, para dar una vuelta a algunas cosas que quedaron pendientes, a algún reloj de arena que se quedó colgado, a la tortilla que acabó en el suelo y me salvó la cena. Volver para volver a dar la cara y a hacer más de una cruz.
Al futuro he renunciado a ir por si, una vez allí, ya no estuviera.
Precioso.
Me gustaMe gusta
Reblogueó esto en Pañueloslencos.
Me gustaMe gusta
No te creas, ya has vuelto un poquito haciendo este recuento. Y también podrías intentar localizar a una o dos de esas personas que desaparecieron de tu vida pero que te gustaría que volvieran a ella. O hacer algo que a tu padre le habría gustado que hicieras. O no permitirte a ti mismo, volver a acariciar ninguna piel, si no es con la misma intensidad con la que sentiste aquella… y si no, gracias por este bonito post!
Me gustaMe gusta
Eso sería regresar al presente. Y a veces se consigue.
Me gustaMe gusta