El mundo sigue tan loco
como su primera vez.
Descosido por los rotos,
«soplado, por no comer».
Un mundo sin voz ni voto,
indolente y malcriado,
siempre con cara de foto
sin luz, muy desenfocado.
Con sus batallas perdidas,
con su ganado bovino,
sus crisis, sus estampidas,
sus piedras en el camino.
Con sus guerras y lunares,
sus gobernantes que, encima
de olvidar a sus iguales,
transpiran zumo de lima.
Con su aguanieve en las venas,
sus inclemencias del clima,
la prisa como condena
y un vértigo que da grima.
El mundo es un lupanar
pero no de rica miel
(por más que las moscas van
no se quedan ni a comer).
Para colmo de desgracias
está lleno de ladrones,
asesinos y falacias,
y una panda de cabrones.
Mala leche y poco arroz,
poca fibra y mucho atasco.
mucho trueno y poca voz,
poco tiempo y mucho asco.
El mundo sigue girando
por no pararse a pensar
y, nosotros, mientras tanto,
comidos por no soplar.