De estar perdido. De no estar. De no ser yo.
Sensación de intentar ser bueno hasta parecer tonto.
De no entender nada. De no ser nadie. De no ser de nadie.
De vivir en un desierto helado, medio derretido, con un pequeño oasis abandonado.
De pasear por calles sin terminar repletas de gente que me encuentro como una nota al margen.
Sensación de locura transitoria sin cura, ni iglesia ni repique de campanas.
De estar aturdido, exhausto, abrumado y falsamente aburrido.
De estar deshabitado, desubicado, desenterrado a golpes, desencajado.
Sensación de soledad acompañada. De no estar seguro del suelo que piso, del paso del tiempo, de mi propio poso.
De morir en vida. De matar las horas. De ser el esclavo de mi propio miedo.
Sensación de sentir lo que no está en los escritos y no poder leerlo.
De ser un extraño. De extrañarme. De extrañarte.
Esa sensación de quererlo todo. Como si quererlo todo fuera pedir demasiado.
Lo bueno de las malas sensaciones es que se pasan con un abrazo que dure para siempre o tirando de la cadena.
Siempre hay una frase en la que me veo reflejada, eres grande Javier
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