Le hemos dado una vuelta a la vehemencia

a la hora de hablar de cualquier cosa.

Hoy la opinión se expresa con violencia

de manera brutal y peligrosa.

Esta vuelta de tuerca sin clemencia:

catódica, vulgar y venenosa,

roza en muchos momentos la indecencia

y ha resultado ser muy contagiosa.

Con la razón al borde de la quiebra

vende más el “insulta que algo queda”

que estar o parecer de buena hebra.

Hoy se lleva el percal más que la seda,

las orgías de sapos con culebras,

la leña al mono. ¡Sálvese quien pueda!

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