Empieza el mes de las cenas.

la lotería, los puentes,

del gasto como condena,

de la bondad recurrente.

 

El mes de la Inmaculada,

el de la Constitución,

de las luces desatadas

y el besugo de ración.

 

Del enemigo invisible,

del jefe venido a menos,

de la multa intransferible,

de los cuñados y renos.

 

Dos mil dieciocho extremo,

con la bala entre las cejas,

tanta paz lleve en su seno

como descanso nos deja.

 

Habrá que mascar turrones

por no morder yugulares

y kilos de omeprazoles

contra la acidez de males.

 

El año en la cuerda floja,

más pesado que un vicario,

no tiene vuelta de hoja

y huye del calendario.

 

Con diciembre hemos topado

sin cariños y con roces

de un año descontrolado

que se va soltando coces.

 

Quedan ya, como quien dice,

doce días laborables

y, sin entrar en matices,

dos noches incontestables.

 

Se nos muere el año en curso

como se encoge una tela.

Encendámosle una vela

como último recurso.

 

Que el rio no tire el puente

y vuelva a su mismidad.

Sin novedad en la frente

y, en en frente, Navidad.

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Un comentario en “Y 12

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