Ojalá que lo malo pase pronto.
Que las aguas se muden a su cauce.
Que las penas se queden en el fondo
y no lloren por ellas ni los sauces.
Ojalá que el consuelo de los tontos
no llegue a mal de muchos ni a epidemia.
Ojalá de estos polvos surja pronto
un lodo que sepulte tanta astenia.
Ojalá que el dolor no tenga prisa.
Que despierten los sueños por romper.
Que no matemos al reloj de risa
intentando que deje de toser.
Ojalá que se caiga por su peso
la manida opinión de los pesados.
Que al mentiroso se la den confeso.
Que no caduquen nunca los pecados.
Ojalá que sigamos intentando
que la sangre no pase nunca frío.
Ojalá la distancia encuentre un mando
y junte tus canales y los míos.
Ojalá que se queden con las ganas
los que suelen robar a manos llenas.
Ojalá que el amor suba a la cama
y cada día sea noche buena.
Ojalá que los ánimos no cesen.
Que encuentre una salida la apatía.
Ojalá que las cosas se enderecen
y le den un respiro a la alegría.
Ojalá no nos pongan boca abajo
y sacudan lo poco que nos queda.
Ojalá que encontremos la manera
de dejar de mandarnos ¡al carajo!
Qué lindísimo. Ojalá, Javier.
«Ojalá la distancia encuentre un mando
y junte tus canales y los míos.
Ojalá que el amor suba a la cama
y cada día sea noche buena.»
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Eres TAN GENIAL. Como te admiro.
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