Están sobrevalorados,
sin entrar en más detalles:
El perdón de los pecados.
No fijarse en los detalles.
 
El peso de los pesados.
Los cuernos conceptuales.
El seis doble de los dados.
Muchos problemas normales.
 
El poder de los pelotas.
Hacer las cosas deprisa.
Los faroles con dos sotas.
Los huevos de las clarisas.
 
El soñado amor eterno.
El eco del testimonio.
Los cuñados y los muermos.
Los dos rabos del demonio.
 
La carabina de Ambrosio
y la flauta de Bartolo.
Pretender hacer negocio
con un agujero solo.
 
Por no hablar de ser inculto.
Los bonos, la jerarquía.
Los móviles, los insultos.
El himno de la Alegría.
 
Están sobrevaloradas
ciertas cosas del querer.
Los temores, el poder.
Los toros y la Tarara.
 
La opinión inconsistente.
El rosario de la Aurora.
La mitad del medio ambiente.
Un polvo de media hora.
 
Los jueces que no barruntan.
Los ruegos artificiales.
Los impuestos y las multas.
Los bobos habituales.
 
La luna si hay luna nueva.
El norte del infinito.
Platón perdido en su cueva,
y la purga de Benito.
 
También Sodoma y Gomorra.
Las fotos muy retocadas.
Que la astucia sea tan zorra.
Lo de hablar sin decir nada.
 
Están sobrevalorados
los ingleses, los teutones,
los franceses, los lapones
y los cimientos asados.

El sexo por la mañana.
Puede que el sexto sentido.
Un saxo en la madrugada.
Lo comido por servido.
 
Ganar el balón de oro,
Beber en bota un mal vino.
El chocolate del loro.
El trabajo de los chinos.
  

Las banderas, los niñatos
no tirar de la condena,
correr a pesar del flato
y, sobre todo, dar pena.

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