Tuve en mi mano la llave de la ciudad de las primeras piedras.
Una llave de paso que no abre cerraduras.
Inútil como un reloj de luna.
Gastada y oxidada y, sin embargo,
algo sentí al tocarla.
(Volví a la primavera de las cosas.
A mi primer amor sin ataduras.
A clavarme la espina sin su rosa.
Al tacto de una piel sin armadura.
Recordé la inocencia necesaria
que permite dar forma a la utopía
y la fascinación extraordinaria
de confundir tú boca con la mía.
Recuperé la luna enrojecida.
El sol de madrugada en las canciones.
Mi caja de sorpresas escondida.
Volví a encontrar el as de corazones
en la manga que cubre las heridas
de un tiempo saturado de estaciones)
Pude oír su silencio bajo el suelo.
Pude sentir el frío de la duda
y recorrer el tiempo detenido
como una cuenta atrás con borrón nuevo.
Los comienzos son sumamente duros.
Sobre todo, saber por qué regresas.
La razón de ese esfuerzo innecesario
para volver al punto de partida
sin deshacer maletas y equipajes.
Volví de nuevo al tacto de la piedra
que nunca deja huella bajo el suelo.
Reblogueó esto en El reverso de Taboaday comentado:
Técnica mixta.
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Qué bonito escribes!!!!
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