El día que vas y vienes
con la prisa en los talones,
que parece que no tienes 
tiempo ni por alusiones.

Ese día que naufragas
en una gota reseca
o que te pillan en bragas
pinchándote con la rueca.

En el que todo lo quieren
para ayer por la mañana
y, donde las dan, te muelen,
pero ni lloras ni mamas.

Ese día que se atasca 
la calle de la amargura,
que te pica y, si te rascas,
la piel te pasa factura.

En el que el bien, malherido,
sobrevive de milagro
y, el mal, conduce dormido
un viejo y loco cacharro.

El día menos pensado.
Uno como otro cualquiera.
Ese día enladrillado
con ventanas de madera.

Ese día que no tienes
el coño para faroles
y pierdes todos los trenes
y queman todos los soles…

Un día que, por defecto,
presenta tal panorama,
ese, 
ese es un día perfecto.
para quedarse en la cama.

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