Todo gira como un ventilador. La vida da vueltas colgada del techo de una habitación de hotel. Lo que hoy está en venta en los escaparates de las tiendas, mañana se pasará de moda colgado de las perchas de un armario a punto de reventar.

Todo se mueve. La quietud está pasada de fecha, es el lujo del que espera apoyado en una barandilla o sentado en un banco del parque, del que puede permitirse la licencia de hacer parada y fonda, sin que el tiempo le pase factura.

El movimiento ya no necesita andar para demostrar nada. Anda sobrado de pasos y pasillos. Nos creemos más felices sin parar de hacer transbordos, sin parar de conspirar, sin parar.
Lo de sentarse a no hacer nada es ciencia ficción cuando antes era , sencillamente, pura ciencia, ciencia infusa.

Todo gira como la noria del río, de un río que no vuelve, por mucho que lo encierren en un mar de mentira. Hoy todo gira como la noria desenfrenada de un parque sin atracciones.
El mundo da vueltas a nuestro alrededor, en realidad, este planeta es nuestro satélite y la luna un agujero blanco.

Estamos condenados a la prisa, a que hoy sea mañana, a que mañana sea demasiado tarde.
El aperitivo nos sabe a café con hielo y, el café con hielo, a sudor de siesta a la sombra de cualquier olvido.
Mientras tanto, el ventilador remueve el aire, lo cambia de lugar, lo vuelve viento, porque ni el aire sabe estarse quieto. Demasiado viento para tan poca vela. Demasiada prisa para tan poca prosa.

2 comentarios en “EL VENTILADOR

  1. Hola Taboada:

    Me ha sorprendido tu «Reverso». ¡Jajaja! Ayer mismo —al leer el anterior— pensé en que me gustaría que escribieras de vez en cuando prosa. Y vas… y lo haces. Muchos besos y gracias por transmitir en la misma frecuencia… ¡Jajaja!

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